Montevideo Móvil También Mata

Anhelo (dos)

Me aferro a las letras,
las entrevero, las ordeno, las estiro.
Junto las vocales,
las enredo,
y las dejo caer.
Giro la cabeza para mirar de cerca,
pero no te veo.

Entrevero de nuevo.
Coloco las palabras en orden.
Me acerco y leo:
busco tu abrazo.
Pero no te encuentro.

Dejo de jugar con las letras,
y observo cómo se avecina silencioso
el anhelo.

Llega como un aire tibio
suave
que se enreda en mi nuca
y permanece.
Llega sin apuro
con la calma de la caricia cierta.

A veces, reaparecen las letras,
unas tras otras.
Y con la palabra
el aire tibio desaparece
en cajitas vacías de caricias
que no están
que no existen en el espacio
que no entran en una cajita
ni tienen calendario.

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