Montevideo Móvil También Mata

La rambla infinita

El larguísimo invierno alimenta la convicción de que sobrevivir en Montevideo es casi un milagro. Frío sin zapallitos y con un sin fin de ausencias. Y entonces aparece la luna sobre el río de la Plata, en la playa de Pocitos, redonda, enorme, envuelta en brumas, como hace dos noches. La luna llena. Y de tanto desearlo sale el sol, y nos trae esta luz y este calorcito que nos saca a todos hacia la rambla, a caminar, a correr, a andar en bici, a pasear al perro, a tomar mate, a mirar, a tirarse en el pastito o en la arena. Entonces camino por la rambla, siento el sol en los ojos, el reflejo de su luz en el agua, un perro que ladra, doy un paso tras otro y me siento la mujer con más suerte en este mundo. Sigo camino con David Bowie suave en mis oídos. Dos perros, que pasean con sus dueños, se detienen a olerse con fruición. Los dueños miran a los perros de la misma raza, se miran entre ellos, y uno le dice al otro: ¿es perra? Y ahí en plena rambla combinan la reproducción. Mientras tanto Bowie me repite al oído: I don't believe in modern love.

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